lunes, 31 de mayo de 2010





Hay cosas que uno no puede hacer solo, discutir, subirse y sujetar una escalera a la vez, o doblar una sábana de esas de cama de matrimonio. Yo toda mi vida he pensado que lo ideal era vivir en pareja, por muy extraña que fuera la pareja. De echo hay parejas que acaban convirtiéndose en trios, parejas que se van quedando sin pareja y que no se puede evitar el miedo a no estar a la altura, hay parejas que son imposibles por definición, por historia y por física, aunque no por química, o parejas en las que la química se ha ido gastando aunque sigan compartiendo una familia, familias donde en algun momento hubo una pareja, parejas que fueron en algun momento y ya no són nada, y eso es lo que mas miedo da en la vida, cuando la pareja se rompe, sea por lo que sea la primera sensación que se tiene es de pánico, miedo al cambio, a la perdida de control sobre nuestras vidas, un miedo a estar solo, pero cuando se llega a esa soledad, uno se da cuenta de que la ruptura, puede llevarnos a un lugar mejor, hoy es el primer dia del resto de mi vida, porque desde hoy creo que lo mas importante en esta vida es saber volar solo.



SARA -No se cuando me enamore de ti, ni cuanto porque no hay metros cúbicos ni litros para medir todo eso, pero si se por qué, porque cuando andas con catarro hueles a visvaporú, y por que tienes un hueco aquí entre el hombro y el pecho y cuando pongo la cabeza me siento en casa, y porque todas las fotos que tengo tuyas sales siempre sonriendo, en todas.
AITOR -Y t
u ¿porque te enamoraste de mi? Yo no escogí enamorarme de ti. Pero la primera vez que te bese, nuestros dientes se rozaron por una milésima de segundo y fue increíble, y la hora exacta de ese beso eran las 12.10 y quite la pila del reloj, para que se quedase la hora detenida para siempre, parada. El minuto exacto en el que me besaste esta metido en un reloj para siempre y ya nunca se que hora es, pero me da igual, y desde entonces miro constantemente el reloj… Sabes lo que me gustaría, estar tumbado contigo sobre la hierba mirando la luna esa naranja que hay algunas noches de verano y que empezara a nevar y sentir los copos en la cara y tu mano.





La real academia define la palabra imposible como algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder y define improbable como algo que no se funda en una razón prudente. Puesto a escoger a mi me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad, como a todo el mundo, supongo. La improbabilidad duele menos y deja un hueco a la esperanza, a la ética, el amor, las relaciones no se fundan en una razón prudente, por eso no me gusta hablar de amores imposibles, sino de amores improbables. Porque lo improbable es por definición probable, lo que es casi seguro que no pase esque puede pasar y mientras haya una posib
ilidad, media posibilidad entre mil millones de posibilidades de que pase vale la pena intentarlo.

Hay momentos en la vida, en los que una sola decisión, en un solo instante cambia irremediablemente el curso de las cosas. Cuando decides disparar a alguien, cuando decides quererlo o no quererlo, cuando decides mentir, traicionar, ocultar, o cruzar la línea, esa décima de segundo podrá hacer girar todo al lado oscuro, o inundarlo de luz. Podrá hacer de ti un héroe o un criminal, podrá llevarte al cielo o al infierno, pero siempre será un lugar desde el cual no podrás volver a atrás.


Cuando somos niños soñamos con cosas pequeñas, sencillas... un helado de fresa, una muñeca que llora y hace pís o esa bicicleta que tiene el vecino del cuarto. Cuando nos hacemos mayores, nuestros sueños cambian con nosotros, se vuelven complejos como nosotros. Y de repente, la muñeca de trapo se convierte en un vestido nuevo, con él que cruzar un océano a 10.000 metros de altura para deslumbrar a tu marido en
un viaje sorpresa. Pero los sueños se rompen en pedazos cuando se topan de frente con la realidad, porque la realidad, a menudo es radicalmente distinta a como uno cree que és. Las personas no siempre son lo que aparentan ser, ni las relaciones, ni mucho menos los sueños. Y esa realidad es la que se encarga de poner a cada uno en su sitio. Lo que uno cree que es negro, puede ser blanco, y lo que uno cree que es blanco, probablemente sea de todos los colores del arcoiris. Uno sabe como empiezan las cosas, pero nunca saben como van a terminar.


Hace unos días hicieron una encuesta a 100 internautas para que votasen que 3 fotografías consideraban las mas importantes de la historia, la primera escogida era una instantánea de la bomba atómica lanzada sobre Nagasaki, la segunda un hombre pisando por primera vez la luna, pero la tercera fue la que mas me gusto, mostraba dos enamorados besándose mientras el mundo gira a su alrededor. Me gusta saber que entre las 3 fotos mas importantes de la historia está la de dos enamorados, congelados en un beso interminable, refugiados contra el olvido. Quizás eso es lo que sentimos cuando vemos fotografías antiguas, que por ellas no pasa el tiempo, como esos mosquitos atrapados en ámbar durante millones de años, el mundo sigue adelante pero ellos se quedan atrapados para siempre sin cambiar, como las fotos guardadas en una caja de zapatos, instantáneas de otro tiempo, que nunca volverá.

Una vez le preguntaron a Lewis Hine, un fotógrafo de guerra, que porque había elegido esa profesión, el contestó que si pudiese contar con palabras todo lo que veía, no necesitaría cargar todo el día con una cámara de fotos... Que ciertos momentos de belleza, de desolación, de horror y de heroismo estaban más allá de las palabras. Yo también lo creo hay cosas que no podemos explicar con simples palabras, cosas como seguir vivos, sentimientos como el amor y el compromiso o sensaciones como volver a abrazar a un amigo. Quizá por eso nuestra vida se compone de imágenes, momentos congelados en el tiempo para siempre, de decisiones que cambian sin remedio el rumbo de las cosas, de fotografías fijas guardadas en la memoria que nos recuerdan cada segundo lo hermoso que es vivir.

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